En medio de la solemnidad y la alegría que envuelve una ordenación episcopal, destaca la figura del correntino Ivan Dornelles, quien ha sido consagrado como obispo auxiliar de Buenos Aires. Ivan Dornelles, originario de Alvear, ha recorrido un camino marcado por la fe, el servicio y una profunda vocación religiosa.
Nacido el 26 de abril de 1974, Ivan es el tercer hijo de Jorge Dornelles y Vilma Simón. Creció en un ambiente familiar arraigado en los valores cristianos, lo que seguramente ha influido en su camino hacia el sacerdocio. Sus estudios iniciales los realizó en la Escuela Comercial Doctor Mamerto Acuña de Alvear, donde se destacó no solo académicamente, sino también por su compromiso con la comunidad.
El camino de Ivan Dornelles hacia el sacerdocio tuvo un momento crucial cuando decidió migrar a Buenos Aires para estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, su verdadera vocación religiosa se manifestó con mayor fuerza, llevándolo a ingresar al Seminario Metropolitano de Buenos Aires en marzo de 2000. Allí, se formó no solo académicamente, sino espiritualmente, culminando con su ordenación sacerdotal el 17 de noviembre de 2007.
Como sacerdote, Ivan Dornelles ha servido a la comunidad de diversas maneras, destacándose por su cercanía con la gente, su compromiso pastoral y su dedicación a los más necesitados. Ha desempeñado roles clave en diferentes parroquias y organismos eclesiásticos, demostrando siempre su entrega y pasión por su labor.
El 3 de agosto de 2024, en una emotiva ceremonia en la Catedral de Buenos Aires, Ivan Dornelles fue elevado a la dignidad de obispo auxiliar, un paso significativo en su trayectoria de servicio a la Iglesia. Esta ordenación episcopal no solo marca un hito en su vida personal y espiritual, sino que también representa un momento trascendental para la feligresía correntina, que ve en él a un fiel representante de su tierra.
Con su nombramiento como obispo auxiliar de Buenos Aires, Ivan Dornelles asume un nuevo desafío en su camino de fe, llamado a ser pastor, guía y ejemplo para la comunidad. Su historia, marcada por la humildad, la entrega y el amor al prójimo, seguramente continuará inspirando a muchos en su caminar hacia la espiritualidad y el servicio desinteresado.
LA ORDENACION
Los tres nuevos obispos auxiliares de Buenos Aires, monseñor Iván Dornelles, monseñor Pedro Cannavó y monseñor Alejandro Pardo, recibieron este sábado 3 de agosto su ordenación episcopal durante la celebración que presidió el arzobispo metropolitano, monseñor Jorge García Cuerva, en la catedral arquidiocesana.
Fueron coconsagrantes, el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García; los obispos auxiliares de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara y monseñor Alejandro Giorgi; junto con el obispo auxiliar de Río Gallegos, monseñor Fabián González Balsa.
También concelebraron la Eucaristía, el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Poli; el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk; el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea; el secretario general del Episcopado y administrador apostólico de La Plata, monseñor Alberto Bochatey OSA; el provicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza; el administrador apostólico de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando SJ, entre muchos otros obispos presentes de las diócesis que componen el territorio argentino, junto con los sacerdotes del clero diocesano. Participaron fieles de varias comunidades, religiosos, religiosas, miembros de movimientos y representantes de instituciones educativas, entre otros.
A la luz de las lecturas bíblicas y dirigiéndose a los ordenados, monseñor García Cuerva recordó que "hoy Jesús les habla al corazón y les dice: Alejandro, hijo de Maxi y Carmen; Iván, hijo de Vilma y Jorge; Pedro, hijo de María Cristina y Antonino Pedro, ¿me aman?"
"Porque hoy llegan con toda su vida, con toda su historia, con sus raíces, con su familia, con sus amigos, con sus comunidades. Y en este momento, Jesús quiere que todos ellos estén presentes. Quizás el Señor perciba que su pregunta ¿me amas? es demasiado grande y comprometida, y que necesitan del apoyo de muchos para responder con fuerza: Sí, Señor, tu sabes que te quiero", continuó.
El arzobispo pidió a los nuevos prelados que sean obispos "con raíces, cercanos a la gente, pastores en medio del pueblo, afectivos, amigueros. No dejen nunca de ser hijos, amigos, vecinos. En definitiva, no se la crean".
"Ustedes son hijos de este pueblo que hoy con alegría los acompaña y los apoya en su sí. Porque como obispos necesitamos de la familia y de quienes acompañan el camino de la vida; seguramente ellos han sido sus mejores maestros, sus consejeros, quienes se habrán alegrado con sus logros, quienes los habrán acompañado en sus fracasos, y quienes se habrán animado a decirles las cosas de frente para corregirlos fraternalmente". manifestó.
Y señaló: "Qué triste cuando un obispo olvida sus raíces o se aleja de los afectos para rodearse de una corte de aplaudidores. Me animaría a decir que se deshumaniza, que deja de ser pastor, para ser príncipe que mira desde arriba y a la distancia".
Monseñor García Cuerva instó a Dornelles, Cannavó y Pardo a que "sean siempre hombres de pueblo, que consagrados por la unción se entregan de lleno a ese mismo pueblo, que como dice la conocida canción: 'los crió de potrillo'".
"Estén siempre abiertos a las sorpresas de Dios. No sean obispos de estructuras y esquemas que no dejan lugar a la acción del Espíritu que, como ráfagas de viento, sopla y ventila las costumbres anquilosadas del siempre se hizo así. No se encierren en programas pastorales de escritorio que apagan las llamas de fuego del Espíritu y nos hacen perder el calor de la pasión por el Reino, convirtiéndonos, en términos futbolísticos, en 'obispos pecho frío'", enfatizó.
Además, recordó que el amor "cura toda herida". "Queridos Iván, Pedro y Alejandro, sean pastores heridos, curados por el amor del Señor que llevan ese tesoro en recipientes de barro. Muéstrense frágiles y siempre comprensivos de las caídas de la gente, porque ustedes tienen las propias; que nadie, al entrar en vínculo con ustedes, tema ser juzgado, condenado o rechazado, porque cada uno de ustedes ha experimentado el amor de Dios, que lo vio y se conmovió profundamente, como aquel Padre misericordioso cuando el hijo volvía a la casa", exclamó.
El pastor arquidiocesano animó a quienes recibieron el orden episcopal a "entregarse poniendo el propio cuerpo en el pastoreo en medio de la ciudad. Así como el Señor en cada Eucaristía se parte y reparte, nos invita también a nosotros a partirnos y repartirnos con Él y ser parte de ese milagro multiplicador que quiere llegar y tocar todos los rincones de la ciudad con un poco de ternura y compasión".
Les pidió también que el báculo "sea el apoyo y sostén para los caídos que encuentren en el camino; que el anillo sea signo de la alianza con la Iglesia, un signo que nos haga sentir familia, hermanos, hijos de un mismo Padre que nos ama entrañablemente", y que la mitra, "que nos da un poco de vergüenza usar, sea justamente signo de no sentirnos dignos de llevar títulos o cargos, porque el mayor poder es el servicio; y que cada día al colocarse el pectoral en el pecho, recuerden a los crucificados de hoy y la entrega de Cristo por amor a todos".
Finalmente, monseñor García Cuerva agradeció a los ordenados "por su sí y sumarse a esta desafiante misión que Dios nos encomienda de pastorear a nuestro pueblo; gracias por su cariño, por su buen humor, por su entrega generosa".+