El equipo de Sebastián Battaglia fue superior en el segundo tiempo, aun con sus limitaciones. Hubo un penal para cada uno que el árbitro Loustau no sancionó y el VAR omitió.
La pregunta que surge después de noventa minutos descartables es cantada. ¿A qué juega Boca?
Salen los centrales con la pelota dominada, alzan la vista y meten un pelotazo para Sebastián Villa, el más rápido. O juegan con Fernández, pero Pol parte desde muy atrás. Entonces, tiene los caminos cerrados hacia Aaron Molinas, el enganche que no encuentra su lugar porque enfrente hay un rival intenso. Hay pocos pases hacia adelante. A veces se involucra el pibe Gabriel Vega. Pero rompe poco Cristian Medina. Y pierde Luis Vázquez con Valentín Gómez, una grata aparición en el fondo de Vélez. Sólido, con buen anticipo y salida a los 18 años. Entra Oscar Romero, tiene un ratito de inspiración. Y luego es más de lo mismo.
Llega mayor frecuencia en el segundo tiempo. Por el incansable colombiano y la mayor movilidad de los volantes ingresados (el propio paraguayo primero; Juan Ramírez y Alan Varela, después). Y Lucas Hoyos tapó dos mano a mano. Sin embargo, el sabor en el paladar es amargo.
Con mayoría de titulares o algunos suplentes, porque el martes hay revancha en la Libertadores, Boca involuciona. Fue superior a Vélez en el segundo tiempo con sus ráfagas individuales, pero sigue sin encontrar el funcionamiento. Y el partido se hizo tedioso. Fue 0 a 0 en Liniers y los cuestionamientos volverán a pesar sobre Sebastián Battaglia, que habrá ganado el Superclásico, pero no le encuentra la vuelta al equipo. También habrá reclamos para el VAR: hubo dos penales no cobrados y una plancha de expulsión. ¿Y la tecnología? La manejan los humanos, claro.
Vélez llevó el peso del partido en el primer tiempo, pero tampoco halló la ruta hacia el arco de Agustín Rossi. Eso sí, fue mucho más dinámico que su ilustre adversario. Porque partió de un 4-3-3 en el que se soltó Joel Soñora, muy participativo, y armó una interesante sociedad con Agustín Bouzat. Intentó despegarse por los costados con alguna proyección de Francisco Ortega, fundamentalmente. Y Sebastián Sosa Sánchez como faro.
Los dos coincidieron en la jugada más clara del partido, cuando el lateral desbordó y metió un centro bárbaro que el uruguayo cabeceó intentando cambiar la dirección hacia el palo más lejano de Rossi. La pelota pasó muy cerca. Vélez tuvo mayor protagonismo, pero tampoco llegó con excesivo peligro. Un par de tiros de media distancia, uno de Lautaro Giannetti apenas amaneció el partido y otro de Nicolás Garayalde que controló el número uno xeneize, fueron aproximaciones.
Boca sólo tuvo una pelota parada en el final del primer tiempo. Nadie llegó a conectar. Después, probó con remates desde cuarenta metros. Llamó la atención. Pareció repetido y un recurso para terminar la jugada. ¿Cuándo hicieron goles de cuarenta metros Marcos Rojo, Agustín Sandez o Medina?
Battaglia cambió figuritas en el segundo tiempo. De entrada, arrancó Oscar Romero por Molinas. Y el paraguayo arrancó más activo. A diferencia del juvenil, bajó a buscar la pelota, pero tampoco fue una solución para los problemas de gestación de Boca. Y todo quedó supeditado a la velocidad de Villa, que se impulsó por la izquierda. Fue imparable para Leonardo Jara.
El colombiano reclamó un penal por un pisotón de Giannetti. El VAR avaló a Patricio Loustau. La jugada, de todos modos, fue todo un testimonio del desarrollo del complemento: Boca lanzado con Villa y Jara sufriendo. Dos veces se filtró el delantero con posibilidades de vencer a Hoyos. Las dos veces ganó el arquero, una por una acción personal del propio futbolista de la tierra del café; otra, ante Juan Ramírez.
Vélez no pudo terminar ninguna contra, pareció sufrir el cansancio de la etapa inicial, cuando hizo el mayor desgaste. Tuvo el gol en una pelota parada de Luca Orellano que cabeceó Garayalde y encontró una gran respuesta de Rossi. Hubo una mano de Alan Varela que Loustau tampoco vio y el VAR no consideró sancionable de penal. Fue otro grosero error. Ni hablar del planchazo de Vázquez sobre Gómez. Ni siquiera hubo tarjeta amarilla para el atacante azul y oro.
Los hinchas de Vélez se fueron enojados con su presidente, Sergio Rapisarda, a quien insultaron de principio, disconformes con la campaña del equipo, que tiene a Julio Vaccari como interino tras la salida de Mauricio Pellegrino y fue aplastado por Estudiantes en el debut de la Libertadores. Boca sigue en su laberinto futbolístico. No juega bien, no gana y la presión crece a 48 horas del duelo ante Always Ready en la Bombonera.