El joven de 16 años clavó un tiro libre al ángulo y le dio al Millonario una victoria necesaria para escalar varias posiciones en la tabla.
Del único modo en el que River podía ganar un -anecdótico, por contexto- partido a Sarmiento era así. Con un remate prácticamente imposible de atajar del MVP. De Franco Mastantuono. Del futbolista de 16 años que entendió mejor que ninguno el método ideal para romper la pared verde e insistió hasta lograrlo con un tiro libre impecable. Uno que posiblemente vaya directo a los portales madridistas, donde su talento apetece. Y que quedará grabado en la vida de Demichelis como el último gol de su etapa en el cuadro de su vida, el que lo hizo sollozar de angustia y tristeza mientras se abrazaba con su hijo y sus colaboradores.Era la única manera. Todo el partido de River se resume en su joya. Y en el talento que exhibe ese playmaker que -mientras tuvo resto- fue perseguido por García, Méndez y Paredes por todo el perímetro del área con la misma ambición con el que lo scoutean los poderosos UEFA. Franco entendió que la conexión Casco-Simón era la más fructífera para romper por la banda derecha. También comprendió que por dentro debía distraer utilizando la marca de Lanzini para trazarle un pase perfecto a Borja, generando un mano a mano que Acosta detuvo blindando su valla, o para rematar de media distancia, por momentos única vía posible de llegar al arco: Paulo Díaz, González Pirez, Manu L, Simón y Solari lo intentaron, aunque con poca rosca o falta de pericia.El único que le acertó a la rosca, el tiempo y la dirección fue Mastantuono. El adolescente que jugó como adulto para que Gallardo comprenda que su DNI no condice con su capacidad futbolística. Porque fue él el que hizo jugar a un equipo que -quizás también afectado por la coyuntura- arrancó entusiasmado pero fue bajando sus decibeles de barullo hasta quedar -por momentos- preso de la repetición de jugadas que terminaban chocando con las piernas, las cabezas y hasta el pecho de Insaurralde. Cuando no, en las manos del arquero.Cuando se apoyó en Mastantuono, River pudo hallar ladrillos flojos en el muro de Damonte. Un deté que se jugó un pleno, copiando las estrategias que le habían dado resultado frente a San Lorenzo y a Racing, pero que acabó llevándose una derrota por falta de ambición: es tan cierto que por momentos el último equipo de Demichelis bajó su ritmo como que jamás corrió peligro de sufrir un gol en contra. Si no hubiera sido por los intentos post 1-0, mucha gente se hubiera ido del Monumental sin saber que Armani salió a la cancha vestido de azul. Aunque estuvo, Isra, a minutos de rescatar un puntazo con fragancia a negocio. Pero perdió un partido de esos que te ganan los genios. River no tenía otro camino: era así, no había otro modo.