El Bicho fue más, pero no pudo con el Globo, que sigue invicto aunque puede terminar la fecha sin ser líder.
Los campeonatos también se pelean -y eventualmente se ganan- sacando jugo de las piedras, mordiendo puntitos, sabiendo jugar los partidos feos. Porque jugó feo Huracán, quizá su peor partido del torneo, que en el mereciómetro tuvo más razones para perder que para ganar, aunque en el cierre tuvo alguna chance de quedarse con todo. Como fuere, el Globo no perdió dos puntos, ganó uno.
Argentinos pareció dejar atrás, al menos en parte, la crisis que derivó en la salida de Pablo Guede como entrenador. Su sucesor, interino, Cristian Zermattén, decidió ventilar sábanas y mover un poco los muebles y efectivamente la casa pareció otra. Logró lo más difícil: darle funcionalidad a una forma nueva, aprovechando la contingencia de que el local se quedó sin un centrodelantero clásico (Maxi Romero desgarrado, Luciano Gondou transferido al fútbol ruso), el Bicho se vio forzado a intercambiar posiciones y mover la pelota para buscar los espacios.
Así, el nueve podía ser Lescano, pero también Alan Rodríguez, que a su vez intercambiaba posiciones con Oroz, y en ese ballet constante Argentinos hizo grande la cancha para atacar (muy dificultoso en un campo pequeño como el Diego Maradona) y la hizo chica para defender, ante un Huracán incómodo, que se pasaba tapando huecos en el retroceso, y cuando recuperaba la pelota no encontraba a sus mejores intérpretes, absorbidos por una presión asfixiante de los jugadores locales.
A no engañarse: el Globo también achicaba espacios en la marca, pero Argentinos le movía muy bien la pelota, al tiempo que no le daba referencias geográficas defensivas. Y así, con el aporte de los laterales (muy incisivo Coronel) y con mediocampistas llegando vacíos (Herrera fue una pesadilla), el Bicho generó las mejores situaciones que transformaron figura a Galíndez, el arquero de Huracán, muy temprano en la tarde.
Fueron dos intervenciones heroicas: una tapada tremenda ante un zurdazo de Alan Rodríguez (intenso, agresivo, vivaz) y un derechazo a Coronel, abajo, que se metía. El Bicho tuvo otra chance en otro zurdazo de su capitán, que pegó en la espalda de Lescano (se agachó para que no le pegara) y el tiro pegó en el travesaño. ¿Y el puntero? Algunas insinuaciones de Mazzantti y poco más, por eso para el entretiempo FDK metió a Fértoli por el inexpresivo Cabral. Pero no fue más que un cambio de fichas, la génesis de la superioridad de Argentinos siguió igual de firme. Un solo cambio de nombres no fue razón suficiente...
El Bicho tuvo la más clara en el inicio del complemento: una asistencia exquisita de Alan (Rodríguez) para Alan (Lescano), que apareció como nueve y definió atorado, otra vez, por Galíndez (el mejor, lejos) y la pelota se fue besando el palo. Y después, un cabezazo de Herrera que se fue apenas ancho.
En adelante, hay que decirlo, Huracán trabajó mejoren el retroceso, los cambios no le dieron frescura al juego de Argentinos, que se fue desgastando en la impotencia de no convertir goles. El Globo ganó en fricción, se fue acercando por desgaste, subido a la ola de un Argentinos, lo dicho, se fue quedando sin frescura. Así y todo, Verón perdió un gol de cabeza en el área chica, pero Argentinos tiene el arco cerrado: ya lleva 393 minutos sin convertir.
En el final, el Globo vio una puertita abierta y lo intentó: un tiro de De la Fuente, una chance de Sebastián Rodríguez y no mucho más. Si no se puede ganar, lo más importante es mantener el invicto. Prohibido perder...