Iván Vilas, uno de los primeros empresarios en radicarse en el Parque Industrial, recordó los humildes y poco prometedores orígenes de la que fuera llamada en un principio “Zona de actividades económicas”.
Relató su experiencia personal en el tema, recordó cuando pidió un crédito bancario y se lo rechazaron al ver el pantano que era el predio.
Hace muchos años, en los años 80 y todavía a principios de los años 90, el lugar que ocupa el Parque Industrial era un gran bañado. Realmente, era un estero con aguas de cierta profundidad. Especialmente, en épocas de lluvia, el agua le llegaba a la cintura de los chicos y adolescentes que iban a pescar “cascaras” para vender a pescadores de la Fiesta del Surubi. Ese bañado es parte de un antiguo conjunto de lagunas, y humedades de distinto tipo que son propios de la zona Sureste de la ciudad. Y que como es conocido, es parte del cauce antiguo del rio Paraná, donde se asienta hoy la ciudad de Goya. En ese lugar poco prometedor se instalaron industrias y comercios. Hoy, ante la cantidad de ocupantes, piden la ampliación del “Parque” a otros lugares.
A Iván Vilas le tocó en persona comprobar lo complicado que era edificar en un lugar que albergaba, antes, a un bañado. En el año 2015, la firma “Autódromo Ciudad de Goya”, propiedad de Iván Vilas, construyó en el predio de la Zona de Actividades Económicas (ZAE) o Parque Industrial de Goya, situado en el sector sureste de la ciudad, frente a la Ruta Nacional N°12. En un lote de casi una manzana de extensión, la empresa de capitales goyanos levantó un galpón de 1.650 m2 y 12 metros de alto. Allí, para ese año ya estaban instaladas dos gigantescas maquinas importadas de China que permitían la fabricación de chapas acanaladas y trapezoidales, además de estructuras metálicas. Con las enormes máquinas se hace el conformado de chapas de techo en cincalum, galvanizado y prepintado de diferentes colores. Y la empresa se dedica también a la distribución de materiales de construcción, hormigón elaborado, y movimiento de suelos con camiones y maquinaria propia. En la imponente estructura se instaló además un Puente grúa de última generación para levantar 16 toneladas de 25 metros de luz con una altura de gancho de 10 metros y una velocidad de traslación de 45 metros por minuto.
Pero todo esto no fue sencillo de hacer. El mismo Ivan Vilas recordó con humor, de cuando no le querían dar un crédito bancario por la ubicación del “Parque Industrial”, en ese antiguo bañado donde iban los chicos a pescar.
En un diálogo con el programa que conduce Carlos Gómez Muñoz en FM Norte, Iván Vilas relató: “Cuando hablamos de que necesitamos 300 o 40 hectáreas para un Parque Industrial, estamos diciendo la superficie que tenemos que llenar. Hace siete años atrás el Parque parecía una utopía que en ese bañado estuvieran ya treinta empresas instaladas y otras 30 por instalarse que están haciendo sus galpones. ¿Quién hubiese dicho cuando pasaba por ese lugar y veía un totoral, decía solo un loco podٕía ir a instalarse. Yo voy a contar una anécdota: fui la segunda empresa en instalarme en el Parque Industrial. Necesitaba un crédito y justo estaba el gerente zonal del banco Provincia y entonces estábamos en el banco y yo le estaba contando todo el emprendimiento, todo lo que quería hacer, que ya tenía el galpón hecho y que estaba avanzando y bueno. El gerente me vio tan entusiasmado que me dijo “me gustaría conocer lo que estás haciendo”. Y justo estaba lloviendo a cántaros. Y lo llevo al Parque Industrial. Y cuando llegamos al Parque Industrial y empezamos a entrar y patinaba la camioneta, pongo la cuatro por cuatro y nos quedamos enterrados. No podíamos avanzar. Entonces, me mira el gerente zonal y me dice: “Escucha Vilas, ¿vos estas por producir acá?. Si, le digo, ¿por qué?. Porque estás loco, me dice, ¿si no podes entrar, cómo vas a sacar tu producción?. Y más loco estaría yo si te doy un crédito”, recordó riendo, el respetado empresario y ex motonauta Iván Vilas. Y añadió. “Yo le respondía, no, acá nosotros vamos a sacar, es porque llueve nomas. Pero se van a arreglar los caminos y vamos a poder sacar y vamos a producir”. Y pasaron los años y vino un dia el gerente y me dice: “Jamás me hubiese imaginado que esto iba a ser lo que vine a visitar un día”, continuó recordando jocosamente.
“Con esto quiero decir que cuando uno tiene fuerza, tiene esperanza, tiene trazado una línea , se puede, tranquilamente, agarrar y lograr. Hacia ese norte es a donde tenemos que encarar como ciudad. Decir “queremos hacer esto, estar todos de acuerdo y empujar para que nuestros hijos no se vayan y se queden en la ciudad”.