Esta celebración, para los fieles católicos, marca el inicio de la Semana Santa. Las ramas bendecidas en la ceremonia litúrgica poseen un profundo significado espiritual y cultural que perdura más allá de la misa.
Este 13 de abril se celebra el Domingo de Ramos, fecha que da inicio a la Semana Santa y recuerda la entrada de Jesús a Jerusalén. Esta jornada, que inaugura el periodo más sagrado del calendario cristiano, culminará con la Pascua de Resurrección una semana después.
Durante la Misa de Ramos, los fieles católicos asisten con ramas de olivo u otras especies vegetales como sauce, laurel o romero, que son bendecidas por el sacerdote al comienzo de la ceremonia.
Esta práctica simboliza la humildad, la entrega y el reconocimiento de Jesús como el Mesías, evocando el gesto de quienes lo recibieron agitando ramas al momento de su llegada a la ciudad santa. La liturgia comienza fuera del templo, donde los participantes entonan cánticos y salmos.
¿Qué se hace con la rama de olivo bendecida?
Una vez bendecidas y tras finalizar la misa, las palmas de olivo son llevadas a los hogares, donde muchos creyentes las colocan detrás de las puertas como símbolo de protección y fe. Algunas personas optan por elaborar pequeñas cruces con las ramas, reforzando así su sentido devocional.
En otros casos, se conservan hasta el año siguiente para ser quemadas y utilizar sus cenizas en el Miércoles de Ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma. Además de su valor litúrgico, el olivo posee un fuerte simbolismo universal como emblema de la paz, lo que potencia su significado dentro del contexto de la Semana Santa.
Domingo de Ramos: cómo se elabora el ramito y cuál es su simbolismo religioso
Esta práctica consiste en utilizar un tallo de una planta palmera, seleccionando sus partes más tiernas para iniciar un tejido artesanal en forma de zigzag, que culmina con una flor. En algunos casos, se confeccionan siete flores, en alusión a los siete calvarios de Jesús.
El ramito no solo se compone de olivo, sino que puede incluir otras plantas aromáticas como romero, manzanilla o cedrón. Estas hierbas no solo aportan un valor estético y sensorial, sino que evocan el Monte de los Olivos, un lugar de gran relevancia en la vida de Jesús según las Sagradas Escrituras.