Hace 56 años la ciudad de Córdoba se convirtió en el epicentro de una pueblada protagonizada por trabajadores y estudiantes universitarios contra la dictadura de Juan Carlos Onganía.
Se cumplen este jueves 56 años desde la histórica insurrección popular que pasó a la historia como el Cordobazo. A lo largo de 24 horas el centro de la segunda ciudad más grande de la Argentina, la ciudad de Córdoda, estuvo bajo control de trabajadores y estudiantes universitarios que salieron a protestar contra la dictadura de Juan Carlos Onganía. El Cordobazo se convirtió así en un símbolo de la resistencia popular contra el autoritarismo y significó el inicio del fin de la dictadura.
A eso se sumaba un plan económico liberal impulsado por el entonces ministro Adalbert Krieger Vasena, que congeló salarios al tiempo que derogaba derechos laborales como el “sábado inglés” es decir el cierre de comercios y de distintas industrias en las tardes de los sábados, algo que había sido instituido en la Argentina en 1932 por medio de la Ley 11.640. Esta decisión tuvo un fuerte impacto en Córdoba centro de la industria automotriz y metalúrgica.
El clima social se volvió aún más tenso luego de la represión en las universidades. El 15 de mayo, el asesinato a manos de la policía del estudiante Juan José Cabral durante una protesta en Corrientes encendió la mecha. Le siguieron movilizaciones en Rosario, donde fueron asesinados Luis Norberto Blanco y Adolfo Bello. La respuesta de la dictadura de Onganía fue más represión lo que terminó por catalizar una unidad inédita entre el movimiento obrero y estudiantil.
En Córdoba, esta unión encontró expresión en tres figuras sindicales clave que fueron Agustín Tosco, Elpidio Torres y Atilio López. A pesar de la división interna de la Confederación General del Trabajo (CGT), ambos sectores acordaron un paro activo para el 29 de mayo, con movilización al centro de la ciudad. La respuesta del gobierno fue vaciar la ciudad y reprimir.
El asesinato del obrero Máximo Mena a manos de la policía desató la furia popular, se levantaron barricadas y piquetes y los manifestantes tomaron el centro de Córdoba.
Si bien al día siguiente el Ejército retomó el control de la situación merced de una brutal represión que dejó al menos 30 muertos y cientos de detenidos, el Cordobazo marcó un punto de inflexión. Fue el comienzo del declive del régimen de Onganía, que no pudo recuperar autoridad. El gobernador de facto Carlos Caballero renunció, y los dirigentes detenidos fueron liberados 17 meses después.