El reciente aumento a las retenciones al aceite y la harina de soja pone en desventaja al agro local frente a sus pares de los países vecinos que producen y exportan los mismos productos, sin tener que tributar ningún impuesto por sus transacciones.
De acuerdo a un ranking del Banco Mundial, la Argentina se encuentra entre los cinco países que más tributos generan a las exportaciones.
Producir y mantener las inversiones en el país es una tarea titánica de los empresarios que hacen malabares, a pesar de cobrar el cincuenta por ciento de las divisas que generan. El Gobierno, pareciera no hacerse eco de esta situación, disponiendo medidas arbitrarias para el sector.
El reciente aumento a las retenciones al aceite y la harina de soja del 31 al 33 por ciento, incrementa el malestar de los productores argentinos ya que nuevamente se ven en desventaja con sus pares de los países vecinos que producen y exportan los mismos productos, sin tener que tributar ningún impuesto por sus transacciones.
El mayor problema, la pérdida de competitividad
Estamos cediendo terreno y competitividad con este tipo de resoluciones. Por ejemplo, en Brasil, no hay impuesto alguno para la exportación de aceite y granos, lo que fomenta las políticas de exportaciones.
En este sentido la Argentina siempre va a contramano ¿Quién va a venir a invertir a la Argentina, si para exportar cada vez te piden pagar más impuestos y lo que cobrás, lo cobrás por la mitad?
Debemos tener cuidado con incentivar a la desindustrialización. El Gobierno castiga las exportaciones e incrementa la incertidumbre cuando lo que necesitamos es agregar valor, generar empleos y lograr más inversiones.
Estamos en un momento de oportunidades para nuestro país, debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. Los mercados de aceite de girasol y trigo quedaron liberados, y la argentina podría cubrirlos rápidamente, pero no creo que podamos hacerlo con estos “incentivos”.