Productores agropecuarios realizaron este sábado un "tractorazo" en Plaza de Mayo en donde dejaron un mensaje para el Gobierno nacional: pidieron "pensar un país con menos impuestos" y advirtieron que se arregle "con lo que tiene" o que se dedique a otra cosa.
Directo, estilo campero, la proclama de los manifestantes en la protesta que productores autoconvocados y rurales del interior protagonizaron hoy en las calles de la Capital Federal, es contundente: “No hemos venido hasta acá para pedir que nos den una mano sino para que nos saquen las dos de encima”, dice el breve mensaje leído al cabo de la manifestación y encabezado por la frase: “Quienes vivimos de nuestra producción y trabajo tenemos algo que decir”.
Rico en figuras, el texto prosigue con “una proclama sencilla: No estamos dispuesto a seguir financiando la soga con la que nos ahorcan”.
Quienes hoy se manifestaron en las calles porteñas, en muchos casos al cabo de viajar miles de kilómetros, recuerdan que la Argentina es “uno de los pocos y raros países con desdoblamiento cambiario y retenciones”. Los productores, dijeron, “padecemos además 170 impuestos que agobian a todas las actividades productivas y terminan sumándose a los precios que paga el consumidor”.
El mensaje a la dirigencia política y al gobierno fue clarísimo: “Anímense a pensar un país con menos impuestos, gasten menos. arréglense con lo que tienen o dedíquense a otra cosa”.
Contra el estatismo
“La receta del socialismo (y su muleto el estatismo) es siempre la misma”, dijeron los productores, y la describieron en acciones: “envilecer la moneda con emisión, ahogar a las actividades productivas con impuestos y empobrecer a todos para ofrecerse como solucionadores de los mismos problemas que han creado”.
En un mundo libre, prosiguieron, las soluciones van por el camino opuesto: “permitir que quienes generan recursos sigan generándolos y los multipliquen y no expulsarlos como ocurre actualmente con jóvenes y empresas que se van. Los regímenes estatistas propician desatinos económicos que perjudican a todos pero mucho más a los necesitados y vulnerables”.
Como paragolpes contra las acusaciones de codicia y egoísmo y falta de solidaridad –que de todos modos llegarán- los manifestantes dijeron en su proclama: “No somos ciegos, las necesidades existen. Pero las necesidades son infinitas y los recursos son limitados. No se puede seguir cargando al burro que mueve la noria y menos comérselo. Para repartir riqueza primero hay que crearla y la mejor manera de distribuirla es el trabajo libre donde los beneficios vuelven a la sociedad sin necesidad de intervención estatal, que además de cara es violenta y distorsiva”.
Y admitieron una responsabilidad, que suena a preámbulo de una rebelión de los mansos: “Somos responsables de haber tolerado estos disparates”.
Pero no los únicos, claro. Y allí vino la embestida contra los representantes políticos que los productores tienen más cerca y en muchos casos eligen. “Son responsables también muchos de nuestros gobernadores y legisladores. Han resignado la autonomía federal por una indigna alianza de vasallaje feudal en la que aceptan el saqueo de las actividades productivas de sus comprovincianos a cambio de ser tratados como mendigos de lujo por el Poder Central y eventualmente ser nuevamente ungidos”.
El texto, en estilo pancarta, concluye con una serie de consignas que interpelan acciones (e inacciones) gubernamentales:
-Basta de mentiras.
-Basta de fronteras que son un colador.
-Basta de entregar nuestro Mar Austral a la depredación.
-Basta de soltar presos y perseguir policías.
-Basta de someter a alumnos y maestros a la dictadura de ideólogos y burócratas.
-Basta de vándalos y usurpadores.
-Basta de opresión impositiva.
-Basta de sarasa.
Por si no quedara claro, al final la proclama reitera: “Anímense a pensar un país con menos impuestos. gasten menos. arréglense con lo que tienen o dedíquense a otra cosa”