La inmunidad menguante de la población se suma a una baja percepción del riesgo y el relajo de los cuidados. La perspectiva de los especialistas sobre el presente y el futuro de lo que se asoma como un renovado escenario epidemiológico.
Cuando el coronavirus parecía que se desplazaba de escena y que la pandemia ya se despedía hasta nuevo aviso, la emergencia de una nueva ola amenaza con complicar las cosas en Argentina. El comienzo del clima más frío y la falta de ventilación, la caída de la protección inmunológica, variantes más contagiosas y una baja percepción social del riesgo constituyen algunos de los aspectos que los especialistas consultados por este diario mencionan. En este marco, los contagios de personas cercanas (familiares, amigos, compañeros de trabajo) funcionan como termómetro de una situación que anticipa un nuevo escenario epidemiológico para un virus que nunca se fue. Y esa sensación es refrendada por los números del Ministerio de Salud, que ahora informa lo que sucede cada siete días: de 11.443 el 1 de mayo a 17.646 el domingo 8 y 33.989 casos nuevos este domingo 15, lo que representa un aumento del 92,61 de contagios en una semana.
“Está claro que los casos están subiendo y mucho, entre otras cosas, porque todos conocemos gente que tiene covid y hace un mes y medio eso no pasaba. Es muy difícil de comparar porque se modificó el criterio de testeo y a los casos leves y menores de 50 años ya no se los testea. Empezó en CABA, luego PBA y se trasladará, como ya hemos visto en otras instancias, al resto del país. La duda es cuán grande será la nueva ola”, expresa el físico del Conicet, Jorge Aliaga. Por su parte, Humberto Debat, virólogo e Investigador del INTA, comparte la incertidumbre de su colega: “Estamos en un contexto difuso. Con el cambio en el testeo, accedemos a un muestreo mucho menor al que solíamos tener. Luego de unos cuantos meses de tranquilidad, asistimos a una señal de alerta. Evaluar la magnitud de esta ola será extremadamente difícil”, sostiene.
Durante la semana, en conferencia de prensa, el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, aseguró que Argentina transita el inicio de una nueva ola de contagios y que “la Ciudad pasó de un promedio de 200 casos diarios (hace cuatro semanas) a 1200 (en la actualidad)”. Algo similar expuso el titular de la cartera bonaerense, Nicolás Kreplak, al destacar que los contagios “suben notablemente”, de la misma manera en que lo hacen los llamados de emergencia y las consultas a la guardia. Ambos funcionarios coincidieron en que, de cualquier manera, no planificaban establecer ninguna restricción adicional, pese a que la situación llegara a complicarse en el futuro.
De esta forma, cabe el interrogante, ¿por qué suben los casos? Debat plantea su hipótesis: “Desde mi perspectiva, influyen la inmunidad menguante de la población por vacunas; así como también que el pico de Ómicron BA.1 y la infección masiva de la población quedaron lejos, ya pasaron cuatro meses. Las defensas caen con el tiempo, y en paralelo emergen nuevas variantes de preocupación”.
Variantes que preocupan
Si hacia fines de 2021 y comienzos de 2022 circuló la variante BA.1 de Ómicron, responsable del crecimiento de casos a nivel mundial, en el presente también lo hace la BA.2, que se prevé entre un 30 y 40 por ciento más contagiosa que la anterior. De acuerdo al último informe de Proyecto País (grupo de vigilancia genómica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación), la BA.2 es el linaje de Ómicron predominante en CABA desde la primera quincena de abril, pues fue detectado en un 87 por ciento de los casos.
La historia es conocida: si las nuevas variantes evaden la respuesta inmune conferida por vacunas e infecciones previas, la situación se torna más problemática de lo que se cree. Así lo explica Aliaga: “Si esta nueva variante escapa a las defensas que nuestros cuerpos generaron luego de infectarse con Ómicron hace unos meses, es posible que la nueva ola llegue con fuerza”.
En la misma línea lo señala Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, cuando refiere a lo que ocurre en otras partes del planeta: “Se ve un aumento que nos marca que la pandemia no termina. En países muy distintos como Portugal y Estados Unidos se perciben incrementos a partir de sublinajes de Ómicron. Por ejemplo, los BA.4 y BA.5 comenzaron a detectarse en Sudáfrica, ya están presentes en unos 15 países y cada son más prevalentes. Son más contagiosas y evaden mejor la respuesta inmune inducida por las vacunas”.
A priori, la inmunidad que genera la infección de BA.1, que provocó olas tan grandes, parece no ser suficiente para generar una adecuada protección frente a las nuevas variantes. En el último reporte realizado por Proyecto País, se detectaron tres casos del sublinaje BA.4 en individuos que no tenían nexos con viajes internacionales.
La buena noticia
Gracias a la campaña de vacunación, las hospitalizaciones y muertes no suben con el mismo ímpetu que los contagios, porque la mayoría de los cuadros son leves. La ocupación de camas se halla en un 41 por ciento y los fallecimientos reportados durante la última semana fueron 76. En tanto que Argentina aplicó la primera dosis al 90 por ciento de la población, la segunda al 82 por ciento y la tercera al 49 por ciento.
“Tenemos que mejorar en relación a las vacunas. La cobertura del primer refuerzo está baja, del orden del 49 por ciento. En población de 3 a 11 años, la cobertura del esquema inicial es del 63 por ciento”, advierte Hozbor. Después completa: “Afortunadamente, en las últimas semanas esto cambió un poco porque, precisamente, cuando la población comienza a percibir el riesgo se acerca a vacunarse. Hay vacunas suficientes, necesitamos que la población se acerque a recibir sus aplicaciones”. Tener las tres dosis y la antigripal --porque en esta parte del año se suelen incrementar los casos de este virus respiratorio también-- es fundamental para no pasar el inverno con sobresaltos.
En efecto, desempolvar el cuaderno de apuntes con las enseñanzas que dejó la pandemia en los últimos dos años parece volverse un imperativo. Será cuestión, siempre que se pueda, de recuperar las máximas aprendidas: ventilar los espacios, evitar aglomeraciones y emplear de manera correcta el barbijo.