Esta semana el Huracán Ian mostró una fuerza catastrófica. Cómo el modo en que cambian compromete la velocidad de las tormentas y hacia dónde éstas viajan. Los detalles
Los científicos que estudian el calentamiento global encuentran cada vez más aristas que hacen referencias a las repercusiones nefastas que incumben al planeta en la medida en que las temperaturas globales se incrementan. Ahora, un nuevo estudio encuentra otra consecuencia alarmante asociada con el mismo fenómeno.
Los analistas de un documento que acaba de publicarse en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, indicaron que los huracanes se están robusteciendo con el tiempo, y no solo en un lugar. Este fortalecimiento de los vientos huracanados está ocurriendo en casi todas las áreas del planeta, dando lugar a las temibles tormentas.
El miércoles pasado, el Huracán Ian se abalanzó sobre la costa del Golfo de Florida con una fuerza catastrófica, desatando vientos huracanados, lluvias torrenciales y un oleaje traicionero que lo convirtieron en una de las tormentas estadounidenses más potentes de los últimos años.
Los ciclones tropicales, y en particular los importantes, representan un riesgo considerable para muchas regiones del mundo. Identificar cambios en este riesgo y determinar los factores causales de los cambios es un elemento crítico para dar pasos hacia la adaptación. Los modelos teóricos y numéricos relacionan consistentemente el aumento de su intensidad con un mundo en calentamiento, pero la confianza en este vínculo se ve comprometida por las dificultades para detectar tendencias de intensidad significativas en las observaciones.
Investigadores de la Universidad de Madison-Wisconsin y del Centro Nacional de Información Ambiental de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos colaboraron en este proyecto. El equipo analizó datos de imágenes satelitales de huracanes que datan de casi 40 años para llegar a estas conclusiones. Todos los signos apuntan a que un aumento de las temperaturas está afectando la voracidad de los vientos.
James Kossin, científico de la NOAA en UW-Madison había llegado a hallazgos similares durante un proyecto de investigación anterior realizado en 2013. Pero, dice, “ese proyecto finalmente no fue concluyente”. Por lo tanto, decidió incluir más datos sobre huracanes durante un período más largo esta vez.
Para garantizar que este nuevo estudio produzca hallazgos más concretos, se utilizaron datos globales de huracanes entre 1979 y 2017. A través de una variedad de técnicas analíticas complejas (incluidas las mediciones de temperatura infrarroja de los satélites), los investigadores formularon un conjunto de datos mucho más completo para examinar.
“El principal obstáculo que tenemos para encontrar tendencias es que los datos se recopilan utilizando la mejor tecnología del momento -explica Kossin-. Cada año, los datos son un poco diferentes a los del año pasado, cada nuevo satélite tiene nuevas herramientas y captura datos de diferentes maneras, por lo que al final tenemos una colcha de retazos de todos los datos satelitales que se han entretejido”.
Los vientos soplan diferente
Los proyectos de investigación anteriores de Kossin también señalan otros cambios en el comportamiento de los huracanes a lo largo del tiempo más allá de simplemente fortalecerse. Esos cambios incluyen la velocidad de las tormentas y hacia dónde viajan. Por ejemplo, en 2014 descubrió que muchos huracanes migran de norte a sur. Posteriormente, las tormentas toman contacto con zonas costeras que en el pasado habrían salido ilesas.
Además, en 2018 pudo demostrar que los huracanes se mueven a un ritmo más lento a través de la tierra debido al calentamiento del clima del planeta. Indudablemente, cuando un huracán pasa más tiempo flotando sobre la tierra significa más inundaciones y también destrucción.
“Nuestros resultados muestran que estas tormentas se han vuelto más fuertes a nivel global y regional, lo cual es consistente con las expectativas de cómo los huracanes responden a un mundo que se calienta. Es un buen paso adelante y aumenta nuestra confianza en que el calentamiento global ha hecho que los huracanes sean más fuertes, pero nuestros resultados no nos dicen con precisión qué parte de las tendencias son causadas por actividades humanas y cuánto puede ser solo una variabilidad natural”, concluye Kossin.