El papa Francisco presidió este sábado la tradicional Vigilia Pascual y en su sermón dijo que "también nosotros pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas".
El papa Francisco encabezó este sábado en el Vaticano la vigilia de Pascua y lamentó de que "a veces simplemente hemos experimentado la fatiga de llevar adelante la cotidianidad, cansados de exponernos en primera persona frente a la indiferencia de un mundo donde parece que siempre prevalecen las leyes del más astuto y del más fuerte".
La denominada Vigilia Pascual, según la tradición católica, es la ceremonia que antecede a la misa de resurrección que el Papa celebrará el domingo de Pascua y que rememora, según esa creencia, la vuelta a la vida de Jesús.
Durante la celebración en la Basílica vaticana, el Sumo Pontífice enumeró cómo "otras veces, nos hemos sentido impotentes y desalentados ante el poder del mal, ante los conflictos que dañan las relaciones, ante las lógicas del cálculo y de la indiferencia que parecen gobernar la sociedad, ante el cáncer de la corrupción, ante la propagación de la injusticia, ante los vientos gélidos de la guerra".
Como es costumbre desde 2022 por los problemas en su rodilla derecha, el Papa entró en la Basílica en silla de ruedas, mientras adentro unos 6.000 fieles contemplaban a oscuras el tapiz expuesto de "La resurrección", hecho entre 1783 y 1784 con hilos de plata dorado sobre la pintura de Anthony van Dyck.
El Papa señaló en su homilía que "incluso, quizá nos hayamos encontrado cara a cara con la muerte, porque nos ha quitado la dulce presencia de nuestros seres queridos o porque nos ha rozado en la enfermedad o en las desgracias, y fácilmente quedamos atrapados por la desilusión y se seca en nosotros la fuente de la esperanza".
"De ese modo, por estas u otras situaciones, nuestros caminos se detienen frente a las tumbas y permanecemos inmóviles llorando y lamentándonos, solos e impotentes, repitiéndonos nuestros por qué", profundizó luego.
Con un marcado tono teológico, el Papa dedicó el sermón de este sábado a animar a los creyentes a recordar el momento en el que se volcaron a la religión católica. "A veces también nosotros pensamos que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras y nuestra desconfianza", precisó.
Así, el Papa enumeró dentro de esas situaciones a "las del no hay nada más que hacer, las cosas no cambiarán nunca, mejor vivir al día porque no hay certeza del mañana".
"También nosotros, cuando hemos sido atenazados por el dolor, oprimidos por la tristeza, humillados por el pecado; cuando hemos sentido la amargura de algún fracaso o el agobio por alguna preocupación, hemos experimentado el sabor acerbo del cansancio y hemos visto apagarse la alegría en el corazón", sostuvo en esa línea.
Francisco, de 86 años, no pudo presidir el viernes el tradicional Via Crucis para preservar su salud del frío intenso que atraviesa estos días a Roma, en el marco de la bronquitis por la que hace solo una semana fue internado tres noches en el hospital Gemelli de la capital italiana. según indicó el Vaticano.