Viktor Orbán, que estuvo en la Argentina para la asunción de Javier Milei, aseguró que las escenas que se vieron en el show reflejaron la “debilidad y la desintegración” de Occidente
Mientras desde el gobierno francés defienden a ultranza la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos que montaron el viernes y que -a diferencia de otras veces- fue en el exterior y mostró los íconos de París, llegaron duras críticas desde los sectores de derecha por el supuesto libertinaje que se vio en la apertura. Un fuerte exponente de ese sector fue el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que arremetió contra la presentación olímpica.
El dirigente, que estuvo en la Argentina en diciembre pasado para la asunción de Javier Milei como presidente -a quien lo tildó como una “nueva esperanza” para América Latina-, se mostró disgustado con el show artístico que montaron en Francia y que tuvo como escenario principal el río Sena. Y que el propio presidente argentino vio en vivo con su hermana Karina en el palco VIP.
Según Orbán, la ceremonia de los Juegos Olímpicos reflejó la “debilidad y la desintegración de Occidente”. El dirigente ultraconservador criticó el espectáculo y dijo que fue la encarnación del “vacío” occidental.
”Se despojaron poco a poco de los vínculos metafísicos, con Dios, la patria y la familia”, criticó el mandatario húngaro, quien añadió que esta puesta condujo a “la ausencia de moral pública”.
Orbán hizo esas declaraciones en la universidad de verano de Baile Tusnad, en Rumania, donde reside una gran comunidad húngara y donde cada año defiende la doctrina “iliberal” que implementó en Hungría desde hace 14 años. “Los valores occidentales, entendidos durante mucho tiempo como universales, se consideran cada vez más inaceptables y son rechazados por muchos países del mundo”, dijo el mandatario, que puso como ejemplo a China, India, Turquía y los países árabes.
La indignación de la derecha francesa
Mientras, la ceremonia también generó controversia en Francia, donde la derecha y la extrema derecha la defenestraron. Uno de los puntos de controversia fue la actuación de Aya Nakamura, célebre cantante francesa de origen maliense criticada en los últimos meses por esos sectores, con un vestido con plumas doradas junto a la solemne Guardia Republicana, uniformada a su alrededor.
Otro momento que generó revuelo fue la presencia de drag queens en un cuadro artístico de la ceremonia en el que la puesta en escena hacía pensar en la Última Cena de Jesucristo con sus apóstoles. Sobre la mesa, el cantante Philippe Katerine aparecía pintado de azul y casi desnudo, con aires de Dioniso. En un desfile de moda se incluyó a la modelo transgénero Raya Martigny, con música de la DJ y activista feminista y lesbiana Barbara Butch.
A los cuestionamientos se sumó la Conferencia Episcopal de Francia, por las escenas de “mofa del cristianismo” que lamentaron “muy profundamente”, si bien matizaron que hubo también “momentos maravillosos de belleza y alegría, ricos en emociones y universalmente reconocidos”.
”Pensamos en todos los cristianos de todos los continentes, que se sintieron heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas”, insistieron los obispos.
Marion Merechal, política de la ultraderecha francesa, escribió: “A todos los cristianos del mundo que están viendo la ceremonia de París 2024 y se sintieron insultados por esta parodia drag queen de la Última Cena, sepan que no es Francia la que habla, sino una minoría de izquierda dispuesta a cualquier provocación”.
Se sumó a esta movida hasta el magnate Elon Musk, quien sentenció que este cuadro fue “extremadamente irrespetuoso con los cristianos”.
Por el contrario, la izquierda alabó el show. ”¡Qué orgullo cuando Francia habla al mundo!”, reaccionó este sábado en X el coordinador de La Francia Insumisa (izquierda radical) Manuel Bompard, mientras que el líder del Partido Socialista, Oliver Faure, aplaudía la celebración de los “valores de libertad, igualdad y fraternidad, a los cuales se sumaron la sororidad, la paridad y la inclusividad”.
”Es la mejor respuesta al auge del fascismo y la extrema derecha. Qué cachetada a los oscurantistas”, comentó por su parte la ecologista Sandrine Rousseau.
En tanto, el gobierno francés retuiteó un vídeo de la actuación de Aya Nakamura con comentarios elogiosos.
El jefe de la puesta dijo que no quería ser “subversivo”
Hablaron también los jefes del equipo artístico de la inauguración, Thomas Jolly -quien afirmó que su deseo no era “ser subversivo” ni “escandalizar”- y Thierry Reboul.
”Anoche se trató de las ideas republicanas de benevolencia e inclusión”, dijo el prestigioso director de teatro Jolly, quien indicó, cuando fue consultado por los dardos que recibió: “En Francia, la gente es libre de amar como quiera, es libre de amar a quien quiera, y es libre de creer o no creer”.
Por su parte, Katerine, quien se pintó de azul para la escena, también habló. ”No sería divertido si no hubiera polémica. ¿No sería aburrido si todo el mundo estuviera de acuerdo en este planeta?”, se preguntó en BFM TV.
(FUENTE: LA NACION. Con información de AFP y Reuters)