Declaraciones de Noemí Cruz, coordinadora de la campaña de bosques de Greenpeace.
Los incendios forestales desatados en gran parte del Amazonas, Paraguay y Bolivia afectan al medio ambiente, la salud de las personas, la biodiversidad y las actividades de la población. Particularmente, nuestro país se ve afectado por el humo que avanza desde el norte hacia el centro del país. El fuego ya ha devastado frecuentemente grandes áreas de la selva amazónica y ahora comienza a afectar al Gran Chaco.
En Bolivia, se quemaron casi 4 millones de hectáreas en los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y La Paz. Paraguay lleva ya 70.000 hectáreas consumidas por el fuego. La sequía acelera la propagación de los incendios, amenazando estos biomas tan importantes, como el Amazonas y Gran Chaco considerados los pulmones del planeta.
Aunque se desconocen las causas, en el 95% de los casos, los incendios se deben a negligencias, accidentes o intencionalidad.
En nuestro país, hay riesgo entre muy alto y extremo de incendios forestales y rurales desde hace semanas en Córdoba. También, hay incendios en las islas entrerrianas.
Los pronósticos de sequía, predicen el riesgo de un avance desmedido del fuego, sin posibilidades de contenerlo dada la precariedad y el desfinanciamiento existente. La degradación del Ministerio de Ambiente, la falta de política ambiental y el negacionismo sólo pueden traer la ruina de nuestros bosques nativos y con ellos agravar nuestra existencia.
En Salta también, en los cerros de las Yungas, se ven difusos por el humo, se observa que las aves, desde la madrugada, ya bajan a lugares más más respirables.
Hoy nos vemos afectados por el humo, como recordatorio de lo que puede suceder en nuestro país, donde año a año se queman miles de hectáreas de bosques y pastizales.
Por ello, la prevención es prioritaria, como así también el aumento de los presupuestos, brigadistas e infraestructura para el rápido combate del fuego y que se establezca como delitos penales a los desmontes e incendios.