Fue en una ceremonia en la Basílica de San Pedro. Zatti podría ser proclamado también el santo patrono de los enfermeros.
En una ceremonia al aire libre en el sagrario de la Basílica de San Pedro, y ante treinta mil personas, el Papa proclamó al salesiano Artémides Zatti como tercer santo argentino, el primero no religioso, exaltando sus virtudes de dedicación a los enfermos y a los pobres del conocido como “el santo en bicicleta de la Patagonia”, que ha sido proclamado además patrono de la ciudad de Viedma, la capital de Rio Negro, donde durante décadas Zatti ejercitó su apostolado.
En un futuro próximo Zatti podría ser proclamado también el santo patrono de los enfermeros.
A la ceremonia asistió una delegación de nuestro país encabezada por el secretario de Culto, Guillermo Olivieri, y la embajadora argentina ante el Vaticano, Maria Fernanda Silva.
Francisco también proclamó santo al obispo Giovanni Battista Scalabrini, fundador de la Congregación de Miionarios de San Carlos Borromeo, que dedicó su vida y obra a la defensa y la acogida de los migrantes.
El mismo Artémides Zatti era un inmigrante, nacido en Italia en 1880, que llegó con su familia a la Argentina antes a finales del siglo XIX, que se radicó en Bahía Blanca.
Zatti obtuvo su ciudadanía argentina en 1914 en La Plata, donde la Universidad local le dio el títullo de “Idóneo enfermero”.
En Bahía Blanca, Artémides trabajo durante años como obrero, antes de viajar a Viedma donde afirmó su vocación religiosa como un laico coadjutor salesiano.
Enfermo de tuberculosis prometió a María Auxiliadora que dedicaría su vida y apostolado a los enfermos al pedir la ayuda divina para curarse. Así fue y Zatti cumplió su promesa.
En Viedma, la capital rionegrina, vivió medio siglo el “enfermero de los pobres”. El Papa en la ceremonia de hoy volvió a recordar que “el hospital fue el lugar donde manifestó su santidad este hombre con el guarapolvo blanco y la bolsa de medicinas, con el rosario en una mano y el manubrio de la bicicleta en la otra”.
El Papa explicó que es “muy devoto” al nuevo santo. En la fachada de la Basílica de San Pedro, un gran retrato de Zatti presidió la ceremonia.
Zatti trabajó durante 48 años en un mismo hospital en Viedma. En 1950 se cayó de una escalera y descubrió durante las curas que tenía síntomas de un cáncer. Quiso continuar hasta que no pudo más y murió el 15 de marzo de 1951.
El postulador general de la Congregación salesiana, padre Pier Lugi Cameroni, dijo que no era una casualidad que el Papa hubiera haya elegido canonizar juntos a Artemides Zatti y al obispo Scalabrini, a quién proclamó hoy como el patrono de los migrantes. “Ambos juntos en los altares, dos figura significativas para señalar un tema de tanta actualidad”.
Los salesianos exaltan en Artémides Zatti su “capacidad de reconocer en los pobres y en los úlltimos el rostro del Señor”.
Se cuenta de Artémides una anécdota. Un día en el hospital le dijeron que no podían acoger a más de 30 enfermos. Zatti les respondió: ¿Y si el 31 fuera Jesús?”.
En la plaza de San Pedro estaban hoy los dos protagonistas del milagro logrado con la intervención de Zatti que les salvó la vida. En primer lugar el sacerdote salesiano Carlos Bossio, al que declararon “milagrosamente curado”. También el filipino que sufrió un derrame isquémico en 2016 y cuyo hermano, también coadjutor salesiano, inició una oración en cadena invocando la curación por intercesión de Artémides Zatti.
Los salesianos aseguran que la devoción por Zatti está creciendo mucho en la Argentina y no solo en la Patagonia. Es probable que sea proclamado el santo patrono de los enfermeros.
Francisco afirmó que Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis “dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura”.
“Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás”.
En su homilía el Papa exaltó la obra de Zatti, él mismo un migrante, y al nuevo santo patrono de los inmigrantes, el obispo de Piacenza Giovanni Battista Scalabrini (1830-1903). Aseguró con palabras muy fuertes que “la exclusión de lod migrantes es asquerosa, criminal y pecaminosa”.
Jorge Bergoglio, hijo de una familia de inmigrantes italianos en la Argentina, señaló que "es criminal la exclusión de los migrantes, los hace morir delante e nosotros y es por ello que llamamos al Mediterráneo el cementerio más grande del mundo”.
El Papa argentino condenó que “no se abran las puertas a quien lo necesitan, pues los excluímos y les mandamos a los campos de reclusión, donde se los explota y son vendidos como esclavos”.
El Papa demandó a los fieles si a los que logran entrar “¿los recibimos como hermanos o los explotamos?”. Y añadió: “les dejo la pregunta” En el final de la homilia, Francisco dijo que actualmente “existe una migración hacia Europa que nos hace sufrir y nos hace abrir el corazón, que es la de los ucranianos que huyen de la guerra”.
Y volvió a pedir, como hace prácticamente todos los días “que no se olvide a la martirizada Ucrania”.
El Papa concluyó su homilia pidiendo a todos rezar “para que estos dos santos nos ayuden a caminar juntos sin muros de división y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud”.