Ganaba 2-1 tras la intervención de la tecnología pero se lo empataron sacando del medio y después no pudo romper la igualdad.
La fiesta estuvo en las tribunas. En la previa, en el entretiempo, en el final. En la voz de Jorge Formento (un clásico), en la música de La Romy DJ, en el show de luces y en los fuegos artificiales que le dieron un marco especial a los festejos por el 117° aniversario de la fundación del club. En la cancha, sin embargo, Boca se quedó sin la torta. Le empataron dos veces, sumó su tercer partido sin triunfos en la Bombonera y no pudo aprovechar el empate de Estudiantes para quedar puntero en soledad de la Zona 2.
El contagio, esta vez, vino de afuera para adentro. Sobre todo, en los últimos 15’ del primer tiempo, en los que Boca empezó a torcer el rumbo a partir del gol de Vázquez y a manejar la pelota con cierto criterio y algo más de profundidad. Con Rolón, de buen partido, repartiendo el juego en mitad de cancha y las subidas de Fabra y Weigandt por los laterales, en especial el colombiano, el único titular que mandó a la cancha Battaglia más allá de los suspendidos Villa y Rojo, quienes no estarán presentes en el inicio de la Copa.
Fue el gol de Vázquez, decíamos, la llave para que Boca abriera un partido que parecía, a esa altura, poco más que un amistoso de pretemporada. Pocas chances, poco roce, poco juego asociado. Poco, demasiado poco para lo que debía ser una noche de fiesta. Hasta ahí, la más clarita había sido para Arsenal, con un rechazo fallido de Figal que dio en el palo izquierdo de Rossi. Pero Boca tuvo lo que Arsenal y casi ningún equipo tiene: un 9 de categoría, capaz de inventarse un gol de la nada. Y de hacer olvidar, por momentos, la presencia de Benedetto.
Boca le agarró rápido el gustito al 1-0 y pareció más enfocado en el debut de martes contra Cali que en los 45’ finales con el Arse. Así, dejó venir a un equipo humilde pero sacrificado que lo jugó sin vergüenza y no dejó de estar en partido más allá de la desventaja. Y que encontró en dos errores de Rossi (sí, el héroe del Superclásico) la fórmula para llegar al empate. Primero, con una reacción tardía ante un tiro libre de Damián Pérez (gol de Lomónaco tras un rebote en el palo) y una salida en falso luego de un centro frontal y el anticipo de cabeza del paraguayo Colman, un minuto después del 2-1 de Rojo de penal (apuntado por el VAR, ratificado por Rey Hilfer).
En el final, Battaglia mandó a la cancha a Ramírez, Romero y Benedetto para intentar arrear al Arse y meterlo, otra vez con el empuje de la gente, contra el arco de Werner. Pero fue el Viaducto, de contra, el que más cerca estuvo de ganarlo. El empate, en síntesis, estuvo bien porque ninguno hizo más que el otro para quedarse con los tres puntos, más allá de que el resultado le haya sentado mejor al equipo de Madelón, que venía de cuatro empates consecutivos y no gana desde la fecha 3. El martes, en Cali, la historia deberá ser distinta.