Un informe de Moiguer advierte que los cambios continuos de las últimas décadas están modificando la estructura a nivel cultural e idiosincrático.
En medio de un proceso inflacionario como el que está transcurriendo en el país, que dejó febrero con una inflación del 6.6%, se fijan nuevos parámetros para la pirámide socioeconómica.
Según un informe de Moiguer Consultora de Estrategia:
- Clase alta: el promedio familiar de ingresos mensuales de la clase alta es de $1.500.000 (y el piso de ingresos de este segmento es $855.500).
- Clase media: el promedio familiar de la clase media es de $355.700
- Clase baja: el ingreso promedio es de $149.300 y el techo máximo de ingresos de estas familias es de $280.000.
"Frente a estas cifras, la clase alta tiene un imaginario lineal sobre el progreso. Siempre quiere más -mejor salario, mayor cargo, mejor auto- y va hacia adelante: el 80% posee ingresos mensualesy sólo el 30% no cobra si un día no puede ir a trabajar", plantea el informe.
En cuanto a la clase media, "también quiere planificar a largo plazo pero no puede. Los vaivenes cotidianos le generan marchas y contramarchas en sus proyectos. Su planificación generalmente es mensual, incluso el 70% tiene ingresos mensuales. El 46% si un día no va al trabajo, no cobra", advierten desde Moiguer.
Respecto a la clase baja, planifica día a día. Si bien tiene proyectos - generalmente vinculados a mejorar las condiciones de su vivienda, agregar un baño, una habitación, etc.-, éstos no tienen plazo para concretarse, por eso sus hogares están en "continua transformación", explican los expertos. El 50% posee ingresos diarios/semanales y el 75% si un día no puede trabajar, no cobra.
Consumo y ahorro, dos claves para pertenecer a una clase
Para la clase alta, el concepto que rige su acto de compra es la oportunidad. Este segmento ahorra en dólares y la plata extra la utiliza de manera hedónica. De esta manera, el 53% utiliza el excedente de su presupuesto cotidiano en viajes.
El promedio familiar de la clase media es de $355.700
Sobre la clase media, el concepto que rige su acto de compra es la conveniencia: intenta ahorrar en dólares pero también en pesos y la plata extra que utiliza es para darse esos gustos que en algún momento fueron cotidianos y hoy extraña poder alcanzar. Es así como el 39% utiliza su presupuesto en compra de ropa y zapatillas.
Mientras que para la clase baja, a la hora de comprar privilegia el rendimiento, todo aquello que optimice su presupuesto maximizando cada peso gastado. Que lo comprado permita dar cuenta de la mayor cantidad de necesidades posible. "Que no falte, pero también que no sobre (no puede permitirse tirar). Ahorra acopiando materiales o mercadería y la plata extra, si la tiene, la utiliza para mejorar su set de marcas o productos de la canasta alimentaria", dice el informe. Del total, el 36% utiliza presupuesto extra en primeras marcas.
"Los cambios continuos y profundos de las últimas décadas están modificando la estructura a nivel cultural e idiosincrático. Lo que revela el estudio es que a la fragmentación económica se le suma una fragmentación cultural que se traduce en distintas expectativas, valores y comportamientos por clase social", indica Fernando Moiguer, CEO de Moiguer.
Impacto económico, un motor que detiene la movilidad social
La Argentina se construyó en la ilusión de ser un país de clase media. Si bien siempre hubo estratos sociales, el imaginario idiosincrático de valores, hábitos y creencias se regía bajo los parámetros de una clase social que, mediante el trabajo y el esfuerzo, podía prosperar.
Ese imaginario es el que hoy se quebró. El impacto económico de las últimas décadas hace que no solamente la fragmentación social se profundice sino también se solidifique, especialmente en los extremos de la pirámide socioeconómica: el 93% del segmento ABC1 (clase alta) es crónico, el 66% de la clase baja es crónica (dentro de esta, el 91% del segmento D2 -clase baja inferior- también lo es). Y la educación, que siempre funcionó como como motor de movilidad social, empieza a no operar: el 70% de la clase baja tiene más educación que sus padres pero esto no se tradujo en un ascenso de clase social.
En este sentido, hoy la movilidad económica ya no implica movilidad sociocultural. Desde ahí, las tres argentinas (5% clase alta; 45% clase media y 50% clase baja) que se podían encontrar en términos económicos, empiezan a traducirse en 3 Argentinas a nivel cultural e idiosincrático.