Sin la intención de reemplazar a los bastones, la propuesta recurre al uso del olfato y el oído. Tres alumnos secundarios fueron elegidos para desarrollarlo durante todo este ciclo lectivo.
“Un dron para ciegos” se llama el proyecto educativo que desarrollan tres estudiantes y el personal docente de la Escuela Técnica N° 1 Juana Manso, de la ciudad de Corrientes. Después de las primeras pruebas para guiar a través del oído y el olfato, intentarán desarrollar la idea para al atletismo, con conocimientos en informática y programación.
Este jueves contaron con la presencia voluntaria de Omar Gauna, que es disminuido visual, y pudieron poner a prueba una primera parte del proyecto. Son tres los alumnos seleccionados para desarrollar la propuesta, elegidos de las áreas de Informática (Diego Ramírez), Electrónica (Nicolás Pérez) y Mecánica (Ezequiel Espinoza).
“Un dron para ciegos” es una proyecto escolar que consiste en poder colaborar con la movilidad de personas ciegas, para que puedan adquirir cierta autonomía en la circulación peatonal, sin la intención de reemplazar a los bastones.
Fue elaborado por el profesor César Ramírez, quien ya hizo pruebas anteriores con Gauna en espacios públicos del barrio 17 de Agosto. En esas ocasiones, Gauna señaló que escuchaba muy fuerte el ruido del dron, por lo que decidieron usarlo con mayor altura.
“Ahora se nos ocurrió extender el proyecto en un circuito más grande, como el del centro de educación física”, adelantó Ramírez en diálogo con El Litoral. Esto podría desembocar en aportes para las maratones de ciegos o la implementación en los deportes inclusivos.
“Humildemente, somos los número uno, no hay antecedentes”, manifestó el docente.
Educación y solidaridad
El primer circuito de prueba de este proyecto se desarrolló el jueves en el patio interno del establecimiento, con todos los recaudos sanitarios por la pandemia de covid 19.
Pusieron a prueba las primeras conclusiones, que fueron posibles mediante el sonido que emiten las hélices de los motores y un mecanismo de fragancia ubicado en las dos hélices que giran hacia abajo. Así es que el dron despide un aroma particular para que la persona que se encuentre por debajo del dron lo detecte.
“En paralelo a adquirir destreza en la programación, se adquiere sensibilización y solidaridad. Es un reto, desde la institución pública, poder colaborar con la inclusión, no reemplazando al bastón y el sentido del tacto, sino colaborar y tener a partir de esta experiencia otra alternativa de desplazamiento”, concluyó el profesor.
Esta escuela ya fue premiada por desarrollar el programa “Dron preceptor” en 2018 y en 2019 por usar las mismas herramientas tecnológicas para jugar al tatetí.