Fue fundado en 1962 y compitió con Cataratas por el turismo exclusivo. Por allí pasaron príncipes y personajes mundiales. La construcción de la represa la obligó a cerrar en 1982. La época de oro del turismo aventura en Ituzaingó (Corrientes).
Esta es la historia de un emprendedor audaz que en la década de 1960 transformó un ignoto lugar de Ituzaingó, Corrientes, en un centro de pesca y descanso del jet set mundial. El lugar se llamaba Apipé Safari y por allí pasaron generales condecorados, presidentes, empresarios multimillonarios e integrantes de la realeza, como príncipe Felipe de Edimburgo y el Sha de Persia. Observar las fotografías de lo que fue Apipé Safari remite a una serie (que entonces no se llamaba serie) famosa en esa época: La isla de la Fantasía. Es que todo lo que sucedía en ese lugar tenía el glamour que irradiaban los visitantes que llegaban en barcos o en vuelos directos como en la ficción. Un dato: hubo días que en el aeródromo privado de la hostería se acumularon hasta seis aeronaves de turistas.
“Empezó a funcionar desde el año 1962. Estuvo abierto hasta 1982 cuando la construcción de la represa Yacyretá ya era un hecho”, cuenta Oscar Macho Magri, hijo de Rubio y testigo directo de lo que fue Apipé Safari.
El emprendimiento estaba ubicado sobre las barrancas rocosas del río, rodeado de la exuberante selva paranaense, a la altura de los saltos del Apipé donde abundaban peces, especialmente el codiciado dorado. “Allí se instaló con su alma inquieta y audaz Virgilio Magri, un enamorado, visionario de la pesca de aventura. En ese lugar de sueños construyó la hostería”, agrega por su parte el historiador ituzaingueño Miguel Raúl López Breard.
“Apipé Safari fue un lugar realmente genial, precioso, su entorno mismo, el lugar donde estaba ubicado, porque estaba justo en la parte de la barranca más alta del pedregal a la altura de los rápidos de Apipé, donde la corredera era más fuerte, es decir estaba en el lugar preciso como si fuese el punto medio, y a ambos lados, tanto aguas abajo como aguas arriba, tenía todavía monte natural”, agrega López Breard.
Pero el éxito de Apipé Safari, al margen de la belleza del lugar, no fue azaroso. Hubo mucho trabajo y visión estratégica de difusión de parte de los emprendedores. Para Argentina y el resto del mundo.
“Teníamos el gran apoyo del diario Clarín en cuanto al turismo nacional. Se puso muy de moda entonces porque estuvieron personalidades notables de la época. Venían todos. Desde Raúl Rula Firpo (histórico dirigente de la Sociedad Rural Argentina), para abajo, hasta los Álzaga Unzue, entre otros apellidos ilustres. Llegaba el momento de temporada de pesca y en la pista de aterrizaje de arriba teníamos como cinco o seis aviones”, acota Oscar Macho Magri.
Además del apoyo de personalidades locales Apipé Safari trabajó con agencias de Estados Unidos y de Europa que ofrecían el producto.“Había una agencia en Chicago que trabajaba para nosotros, nos mandaba turistas americanos de la talla de Rockefeller, que vino a pescar. Y otros clientes de muy buena posición. Este agente tenía nuestra cartilla en las principales aerolíneas. Trabajábamos muy bien. Los turistas venían a pescar trucha al sur del país y desde ahí venían directamente a Apipé Safari. Se quedaban una semana o dos y nosotros le dábamos el servicio completo”, recuerda Magri.
Pero no todo el éxito dependía de la publicidad. La hostería se destacaba por el trato amable y entrañable de los propietarios, lo que hizo que los huéspedes se convirtieran en los principales difusores del emprendimiento. “Tuvimos muy buenas experiencias, y teniendo a esta gente de tanto nivel y humildad con nosotros, terminábamos en una relación de amistad. En eso se convirtió Apipé Safari, un lugar donde venían los amigos (otra vez, como en la Isla de la Fantasía).
“En ese momento la competencia en el turismo de pesca era Paso de la Patria, que tenía todo el apoyo económico de Corrientes y sin embargo no tenía la afluencia que teníamos nosotros”, cuenta Magri. Como anécdota de la competencia con Paso de la Patria, Magri recuerda que la única vez que el gobierno de Corrientes ofreció algún tipo de asistencia financiera fue cuando estuvo como gobernador Adolfo Toco Navajas Artaza, un asiduo visitante del lugar.
FUENTE: Fragmento de EL TERRITORIO
Por Roberto Maack