El caso de Maximiliano Aquino, un estudiante de Agronomía cuya vida fue truncada en un acto de violencia sin sentido, ha sido el foco de una de las mayores vergüenzas en la historia judicial correntina. Un crimen atroz quedó impune, mientras un inocente sufrió ocho años de prisión por un hecho que no cometió. La investigación policial y judicial, marcada por irregularidades y falta de rigor, desencadenó en una injusticia monumental.



















